sábado, 24 de octubre de 2009
sábado, 10 de octubre de 2009
Nuestro pan de cada día
Arepa
En la mesa de cada hogar de Venezuela ha estado presente desde épocas ancestrales un alimento cuya forma de disco, típica también de otros alimentos hechos con maíz como la cachapa o la tortilla mexicana, están lejos de ser casual: nacieron así, como una manera de venerar al sol y a la luna.
Se le atribuya a este criollísimo pan más de cinco milenios de existencia, para Mariano Picón Salas (escritor y ensayista, uno de los más completos humanistas venezolanos) sólo la palma de Moriche, siempre presentes en las leyendas de la Guayana venezolana, compite mitológicamente con el maíz en calidad de extraordinaria dádiva divina.
El nombre que designa este plato típico es Arepa, término de origen indígena (erepa), más específicamente de la etnia Cumanagoto, que significa maíz tierno, y sus orígenes son netamente venezolanos.
Si el texto del Popol Vuh, libro sagrado de los Mayas, describe el origen de la humanidad a partir del maíz y el escritor Miguel Ángel Asturias llama “Hombres de maíz” a los americanos, Bereciartu se aventuró a catalogar a los habitantes de Venezuela como hombres y como mujeres de arepa, pues no hay plato, ni nacional ni extranjero, que desplace este alimento del gusto de los herederos de la tierra de Bolívar.
Los españoles al venir a América durante la Colonia se sorprendieron al encontrar una civilización que no se alimentara de trigo, de arroz o de millo y descubrieron la gramínea que era la base de la alimentación de los aborígenes, el maíz.
La arepa, es sin duda emblema de la culinaria venezolana. Versátil como pocos otros preparados, puede acompañar casi cualquier tipo de alimento o tomar el protagonismo cuando cuenta con algún exquisito relleno.
De ellas hay tantas versiones como regiones tiene el país: la de coco en el Zulia, la pelada en Oriente (Anzoátegui, Sucre, Monagas) y Falcón, la de trigo en los Andes (Táchira, Mérida y Trujillo)…la dulce con su toque de Anís y papelón o la de chicharrón. También varían según la técnica de preparación o el tipo de maíz pilado, aunque el uso mayoritario apela a la comodidad de las harinas precocidas, una invención tan venezolana como la arepa misma.
Pero la mayor variedad, que a su vez ha significado nuestra posibilidad de compartir en el terreno del fast food, se encuentran en los tipos de relleno, entre los que se destacan algunos clásicos como la Reina pepeada, la sifrina, el dominó, la pelua, perico, sus clásicos rellenos de jamón, queso de mano, guayanés, amarillo, pollo, otras más exquisitas o autóctonas según la región como de camarones, calamares, cazón, pernil, chorizo, bacalao, huevitos de codorniz, un sinfín de rellenos y nombres que le da el jocoso venezolano.
La reina de las arepas
La reina pepiada:
Historia:
Es la arepa más famosa del país. Su receta original dice que es una tostada rellena de pollo guisado y luego horneado, acompañado de lonjas de aguacate y granos de petit pois (guisantes).
Actualmente, los establecimientos la rellenan con ensalada de gallina o pollo , mayonesa y aguacate. Su creador aún está vivo, se llama Heriberto Álvarez, tiene 83 años y es nativo de Las Araujas, una población del estado Trujillo.
‘La autoría de la Reina Pepiada no es sólo mía sino también de mis seis hermanos ya fallecidos y, por supuesto, de mi ingeniosa madre: María de los Santos Álvarez, que en paz descanse. Todo comenzó cuando mi papá murió, estando nosotros muy jóvenes. Mi mamá nos trasladó desde Trujillo para Caracas en un camión de estacas. Nos instalamos en la Esquina de Cola e’ Pato, en El Guarataro. Allí montamos un negocio de empanadas. Se hicieron tan famosas que la gente se venía desde El Paraíso, expresamente, a probarlas. Como nos fue tan bien pudimos abrir otro local de Maderero a Bucare, cerca de la Plaza Miranda. Mis hermanos y yo le pusimos El Chance. Fue allí donde vendimos las primeras tostadas. Nuestro primer cliente se acercó a las 8:30 de la mañana, en octubre del año 49. Nos preguntó: ‘Muchachos, ¿qué es eso de tostadas?’. Le explicamos que así se le decía a la arepa rellenita en Trujillo. Pidió una de queso de mano y se la devoró gustosamente.
En ese momento se llamaba Alfredo Sánchez, vivía a una cuadra del negocio y era un aficionado al canto. Después se convirtió en Alfredo Sadel (destacado tenor venezolano). Imagínese qué suerte nos dio ese señor de ser el primero que se comiera una de nuestras arepas’.
El origen del nombre:
‘Con el tiempo fuimos creciendo y, en el año 55, abrimos Los Hermanos Álvarez en La Gran Avenida, la que comunica Plaza Venezuela con Sabana Grande. Estábamos en un punto estratégico, porque teníamos al lado la hermosa floristería de las hermanas Belloso y un negocio muy visitado que se llamaba Todo París. Nuestros clientes fijos eran Aquiles Nazoa, Oscar Yanes, Billo Frómeta y Abelardo Raidi, entre otros. Ese mismo año, la señorita Susana Duijm ganó el Miss Mundo (nuestra primera corona de belleza). Para rendirle homenaje, vestimos de reina a una de nuestras sobrinas, que tenía apenas 12 años. La sentamos como en un altarcito para que la gente la viera en el establecimiento. Entonces pasó un señor y nos preguntó por qué teníamos
a esa niña allí. Le explicamos que era un homenaje a la nueva soberana de la belleza. Nos dijo: ‘¡Pero si yo soy el papá de Susana! Se las voy a traer para acá’. Y así fue. Un viernes, como a las 10:00 de la noche, se apareció la señorita Susana con su papá. Yo le di una tostada en sus manos y le dije: ‘Mire, esta tostadita se la preparó mi mamá especialmente y se va a llamar La Reina, así como lo es usted’. Ella me dijo: ‘Muchas gracias, mijo’, y se la comió con un juguito. Y como en esa época, a las mujeres de buenas curvas, así como Susana, se les llamaba ‘pepiadas’, le pusimos ese apellido a la arepa.
Mantuvimos el negocio hasta el año 68. Otro que nos promocionó incondicionalmente fue Renny Ottolina. ¡Cómo se portó ese señor con nosotros!’.
Sobre la preparación original
‘Se amasaba muy bien la mezcla y se le incorporaba una cucharadita de mantequilla. En aquella época se conseguía la marca Alfa, que era muy buena y salía barata. Así, la masa adquiría una textura más flexible y perdurable. Una vez que se les daba forma, las arepas iban al budare por cinco minutos, luego al fogón hasta que se les levantaba la conchita, lo cual indicaba que estaban listas. El relleno, originalmente, es un pollo macerado: mi mamá primero lo sancochaba y le ponía bastante aliño y lo dejaba hasta el día siguiente en la nevera. Después lo horneaba y posteriormente era que le sacaba las lonjitas para rellenar la arepa. Una ocurrencia de ella fue ponerle aguacate. Y como en el negocio teníamos petit pois, porque a la gente le encantaba, entonces los añadimos a la arepa’.
Texto de Caracas café (http://www.caracascafe.net)
La Receta:
Poner a salcochar un pechuga de pollo, con un trozo de cebolla, cebollín, ajo, cilantro y algo de sal, cocinar por unos 20 min, retirar del fuego dejar enfriar desmechar, agregar un aguacate o palta maduro pero firme, mayones y unas gotas de salsa inglesa, rectificar la sal, y listo rellenar la arepa, recién hecha
Buen provecho!!!